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AJENA AL SOL
Ajena al sol que la abrasa
se mece
con sus propios brazos
que se abrazan.
Hace demasiados días
que espera ahí sentada
ver el rostro curtido
y firme
al otro lado de la alambrada.
Aún no ha perdido la esperanza
de que su hombre
venga a rescatarla
de ese sol que la abrasa.
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