ANGEL CAIDO

Sin saberlo replegó sus alas
sin dejar señales,
contra la espalda.
Renunció a volar,
renegó de su naturaleza
y emprendió un camino polvoriento.
Sus pies la llevaron muy lejos,
demasiado lejos,
tan lejos
que absolutamente
 olvidó que podía volar.
Tomó atajos, erró el sendero,
avanzaba contra el viento,
retrocedía y volvía a avanzar.
Dió vueltas en círculo
en torno al mismo viejo roble
sin reconocerlo.
Estaba ciega y sorda
para todo lo que no fuera
sufrimiento.
Cayó en el polvo
deseando hender el vientre de la tierra
y cobijarse dentro.
Quieta, sorda, ciega.
Aciaga sombra
de su verdadero ser.
-¿Recordará que puede volar?.-
-¿Querrá hacerlo?.-
La respuesta la susurra el viento.
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