LA CREADORA

Volvía la cabeza
y sonreía.
Vestida de un azul casto
y pulsante,
lanzaba zarcillos
de los que el rosa huía.

Saltaba de sol en sol, 
los colores chispeaban 
como el fuego,
con su ternura clara y límpida.

Sus pies blancos y descalzos
sostenían la urdimbre diamantina
de las estrellas,
convertidas por su danza
en sinuosas bandas púrpura.

Flexible e iridiscente
la Creadora
no acepta límites
a su trabajo.
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