RECUERDO

Vuelvo el rostro
y la veo: 
una niña de largas trenzas
y ojos azules
llenos de presagios.
Su corazón es un sauce
hendido por el rayo.
Una mariposa negra
se posa en sus brazos.
En ella se presienten ya
la calma y la tormenta, 
y todos los signos del perpetuo cambio.

Ojos azules iluminados
por el tiempo interno
que nunca es pasado.



Foto. Imágenes de Google

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